El mundo en que vivimos puede ser caótico, pero existe belleza en eso, desde que era niña
pensé en abanderar y hacer frente a esta causa, para librar a muchos otros niños que
sufrían violencia.
Al paso del tiempo me di cuenta que vivimos o morimos por los hechos, y
a cada paso que daba en mi vida, sentía el llamado a esta gran obra.
No cabia en mi mente como alguien podía quitarle la libertad a otras personas, pero de lo
que me daba cuenta, era de que dentro de esa debilidad tan grande que tenía dentro mí,
de impotencia por no poder defender a mi mamá y estar ayudando a otros niños o como yo
los llamaba: “amigos míos” se encontraba mi mayor fortaleza.
Dicha inquietud me inclino a estudiar diversos casos de historias reales en mi comunidad,
en nuestro país e incluso casos internacionales, lo que me llevo a la conclusión de que los
programas de asistencia que se han llevado a cabo son muy buenos, pero la regulación al
aplicarlos no permite que se ejecuten como deberían.